A ver, que no estamos mandando un cohete a la luna. Como lo hacemos todo aquí, en España, la cosa va rápida. Entre que preparamos tu cacharro y el transportista se toma el café, échale unos 5-7 días laborables. Si tienes prisa, haberlo pedido antes.

Vamos a ser claros como el agua. Si algo te llega roto o con un defecto de fábrica, la hemos cagado nosotros y te lo cambiamos sin rechistar. Pero si lo quieres devolver porque no te combina con los zapatos, te aguantas. Mide bien tu talla y piensa la compra, que esto no es un probador de unos grandes almacenes.

Mis camisetas son de algodón del bueno, de ese que pesa y que aguanta el sudor y los lavados sin quedarse como la manga de un chaleco. Y las frases están impresas a fuego para que duren más que la hipoteca. Son cosas hechas para durar, no mierdas chinas.

Es más fácil que el mecanismo de un botijo. 1. Pagas. 2. Te mandamos un formulario al correo. 3. Rellenas el guion (quién, qué, dónde y qué dice). 4. En un par de días tienes tu película de 8 segundos en el email. Magia pura y dura.

¡Paciencia, zagal! En cuanto tu pedido salga del taller, te enviaremos un correo con un número de seguimiento para que puedas cotillear por dónde anda el transportista. Antes de recibir ese correo, no me des la lata.

¡A ver si te crees que esto es una armadura! Es algodón del bueno, pero no hace milagros. Para que la camiseta o los calcetines te duren más que un martillo, lávalos del revés, con agua fría (30°C como mucho) y no le metas lejía, so bestia. Para secar, al aire libre, como se ha hecho toda la vida. ¡Y no planches por encima del dibujo, melón!

Soy la voz de la experiencia. El sentido común que se ha perdido. El que dice las verdades del barquero sin pedir permiso ni perdón. Si quieres saber más de mi historia y de por qué estoy aquí dando la matraca, tienes un apartado en la web que pone 'Sobre Mí'. Léetelo y luego me cuentas.