¡Hostia puta, zagales! No sé qué le pasa a la peña de hoy en día, pero el humor moderno es como el vino aguachirri que venden en tetrabrik: insustancial, sin color ni sabor. Antes, el buen humor era como un vino añejo, con cuerpo y carácter. Algo que te lo bebías y te hacía pensar y reír a la vez. Ahora, estamos rodeados de chorradas y gilipolleces que no pasan ni por chiste.
Recuerdo los tiempos cuando Manolo el del campo tenía sus tertulias bajo la sombra del viejo roble. Allí se decían verdades como puños, y el humor era tan bruto y seco como la vida rural misma. No había de qué ofenderse porque, al final, la verdad es verdad y punto pelota. Nos reíamos de nuestras miserias sin tantos pelos en la lengua y sin andar tan tiquismiquis. Eso sí, nada de ser políticamente correctos, que eso es de urbanitas blandengues.
Al final del día, una verdad como un templo: si tienes que usar tanto adorno pa' hacer reír a alguien, mejor tira del cartón peleón y canta verdades a grito pelao. Porque al fin y al cabo, zagal, la gracia está en lo auténtico y sincero. Y si te atreves, puede que te interese esta herramienta Crea tu Vídeo | IA Personalizada por 0,99€ para darle una vuelta a tu propio humor.
Para más historias sin filtro, échale un vistazo a Laia Sin Filtro.